A mediados del siglo XIX en
Inglaterra hubo una gran afluencia de inmigrantes irlandeses, refugiados judíos
del este de Europa y de la Rusia imperial, lo que superpobló las principales
ciudades inglesas. En la parroquia de Whitechapel, en el East End, se comenzaron
a sentir los estragos del exceso de población, lo cual provocó un decaimiento
en las condiciones de trabajo y vivienda, así como el significativo desarrollo
de una subclase económica. De igual manera, los robos, la violencia y la
dependencia del alcohol se convirtieron en asuntos de naturaleza habitual para
sus habitantes, mientras que la pobreza endémica encaminó a muchas mujeres a
recurrir a la prostitución como último recurso para subsistir. En octubre de
1888, la Policía Metropolitana de Londres estimó que había un total de 1200
prostitutas y 62 burdeles en Whitechapel. El racismo, la delincuencia, los
disturbios colectivos y la auténtica pobreza alimentaron la percepción pública
de que Whitechapel era una guarida de inmoralidad.
En 1888, dichas ideas se
fortalecieron cuando una serie de grotescos y depravados homicidios recibieron
una cobertura sin precedentes en los medios de comunicación. “El asesino de
Whitechapel”, “Mandil de cuero” o “Genio independiente” son algunos de los
alias con los que se conocía al asesino en serie que perpetró los crímenes,
pero sin duda el apodo por el que más se le conoce es “Jack el Destripador”.
Este nombre apareció por primera vez en una carta escrita por un desconocido,
que declaró ser el asesino. El nombre se extendió por los medios de la época
como la pólvora y pasó a ser conocido por toda la sociedad. Varias fuentes
consideran que la carta fue una broma de mal gusto enviada por algún
periodista, en un intento de aumentar el interés en la historia y, al mismo
tiempo tal vez armar un escándalo.
El gran número de asaltos contra
mujeres en el East End durante esta época añade incertidumbre al número de
víctimas asesinadas por el mismo individuo. Once homicidios de dieron en la
zona entre el 3 de abril de 1888 y el 13 de febrero de 1891, conocidos como
“los asesinatos de Whitechapel”. Solo cinco (llamados los cinco canónicos) de
los once delitos son asociados directamente a “el Destripador”. La mayoría de
los expertos señala los cortes de garganta, la mutilación abdominal y genital,
la extracción de órganos internos y las lesiones faciales progresivas como
rasgos distintivos del modus operandi del famoso asesino en serie.
El cuerpo de la primera víctima
de Jack fue descubierto el viernes 31 de agosto de 1888 en Buck's Row (calle
Durward actualmente), Whitechapel. Su garganta había sido seccionada
profundamente por dos cortes, mientras que la parte inferior del abdomen se
hallaba parcialmente desgarrada por una herida profunda e irregular. Muchas
otras de las incisiones en la región abdominal fueron hechas con el mismo
cuchillo.
El segundo cadáver fue localizado
el sábado 8 de septiembre del mismo año, cerca de una puerta en el patio
trasero de la calle Hanbury, en Spitalfields. La garganta también tenía dos
cortes, mientras que las incisiones en el abdomen lo habían dejado abierto por
completo y el útero había sido extraído del cuerpo. Uno de los testigos declaró
haber visto a la victima poco antes de su asesinato, junto a un hombre de
cabello oscuro con aspecto distinguido pero desharrapado.
El tercer y cuarto asesinato, se
conoció como “el doble acontecimiento”, ya que ambas fueron asesinadas en la
madrugada del domingo 30 de septiembre. La primera se encontró sobre la 1:00 en
Dutfield's Yard, cerca de la calle Berner (ahora avenida Henriques) en
Whitechapel. La causa de la muerte era una clara incisión que cortó la arteria
principal del lado izquierdo del cuello. Existen dudas sobre la atribución del
tercer homicidio a Jack o si este pudo haber sido interrumpido durante el
ataque, puesto que no se encontraron mutilaciones en el abdomen. Los testigos ofrecieron
contradictorias descripciones del acompañante de la víctima: algunos
coincidieron en que su acompañante era blanco, mientras que otros decían que
era de tez morena; de igual manera, unas versiones confirmaban que éste vestía
ropa andrajosa, y otros señalaban que, al contrario, estaba bien vestido.
Por otra parte, el cuarto cadáver
fue localizado en Mitre Square, en la Square Mile, solamente 45 minutos después
de haber encontrado el tercero. En éste, la garganta había sido seccionada y el
abdomen se hallaba rasgado completamente por una larga, profunda e irregular
herida; además se extrajeron el riñón izquierdo y la mayor parte del útero. Un
lugareño había pasado por esa misma calle, en compañía de un par de amigos,
poco antes del asesinato, en su momento describió a la policía haber visto a un
hombre rubio de apariencia raída con una mujer, que podría haber sido la
víctima. No obstante, sus amigos fueron incapaces de confirmar dicha
descripción.
El último de los asesinatos
atribuidos a “Jack el destripador” se encontró el viernes 9 de noviembre en una
habitación cerca de la calle Dorset de Spitalfields. El cuerpo de Kelly había
sido descuartizado y su rostro totalmente desfigurado. Mostraba un corte que
iba desde la garganta hasta la columna vertebral y al abdomen se le habían
retirado completamente sus órganos y faltaba el corazón. Generalmente se
considera que esta fue la última víctima del Destripador.
Se supone que los crímenes
terminaron debido a la muerte del culpable, su encarcelamiento, su
internamiento en alguna institución o su emigración. El expediente de los
asesinatos en Whitechapel, no obstante, detalla otros cuatro asesinatos que
ocurrieron después de los cinco canónicos.
La concentración de los
asesinatos en los fines de semana y la ubicación a unas pocas calles de
diferencia uno de otro, ha hecho que muchos concluyan que el Destripador era
una empleado que trabajaba durante la semana y vivía en la misma localidad.
Otros piensan que se trataba de un hombre de clase alta educado, posiblemente
un doctor o un carnicero (ya que se pensó que el asesino tenía experiencia
quirúrgica y anatómica. Los sospechosos propuestos años después de los
asesinatos, incluyen virtualmente a cualquiera remotamente relacionado con el
caso en los documentos contemporáneos, así como muchos nombres famosos que
nunca fueron considerados en la investigación policial original.
Luego de clausurarse formalmente
el respectivo expediente policial (en el año 1892) continuaron emergiendo a la
luz pública nombres de individuos signados con similar suspicacia aunque, como
es sabido, jamás se llegó a responsabilizar penalmente a ninguno de ellos, y el
caso se mantuvo sumido en el más profundo de los misterios.
Uno de los nombres que más se
mencionó como sospechoso de los crímenes de Whitechapel fue el de Montague John
Druitt, un abogado hijo de un cirujano de muy buena familia. No hay evidencia
sobre por qué se le consideró un sospechoso serio porque el expediente del caso
sigue cerrado al día de hoy, y las únicas declaraciones públicas en su contra
habían sido que era "sexualmente insano” y que además su propia familia
creía que él había sido el asesino.
El 13 de septiembre de 1888 la
policía detuvo a Joseph Isenschmid, que se dedicaba a la comercialización de
piezas cárnicas. Un par de días antes de ese arresto, dos médicos de
Whitechapel lo habían denunciado a causa de sus hábitos extraños, y su propia
esposa declaró en su contra alegando que era violento, que siempre portaba
encima grandes y afilados cuchillos, aún en los momentos en que la práctica de
su oficio no se lo requería, y que había amenazado con matarla. Dado que se
hallaba preso cuando acaecieron los homicidios del 30 de septiembre de 1888,
fue descartado definitivamente como posible asesino de las prostitutas.
Robert D'Onston Stephenson, de
cuarenta y ocho años en 1888, entraba y salía con cada vez más asiduidad del
Hospital de Londres sito en Whitechapel, en donde lo trataban por sus
afecciones psiquiátricas. Tenía fama de experto y practicante de magia negra. Tenía admiradoras que lo
mantenían económicamente pues consideraban una persona excepcional. Por lo
menos lo tuvieron como un ser extraordinario hasta cuando comenzó a volverse
patente que el hombre desvariaba, pues pretendía, alternativamente, saber quién
era el Destripador, o con un aire de misterio insinuaba que él mismo lo era. D'Onston
llegó al extremo de denunciar a uno sus médicos tratantes acusándolo de ser el
asesino. A su vez, un socio ocasional lo acusó a él de ser el destripador. El
escritor Ivor Edwards plantea que Robert D'Onston en verdad fue Jack el
destripador, y que sus homicidios se inspiraron en un ceremonial diabólico
basado en la configuración de los lugares en donde aparecieron los cadáveres de
las víctimas.
Severin Klosowski fue un asesino
serial polaco que mató mediante envenenamiento a sus tres sucesivas esposas. Se
lo condenó a muerte el 19 de marzo de 1903, siendo ejecutado por ahorcamiento
el 7 de abril del mismo año en la prisión inglesa de Wandsworth. Asimismo se
especuló que pudiese haber cometido los homicidios atribuidos al anónimo
ultimador victoriano motejado Jack el Destripador. Aunque es cierto que residió
en una zona cercana a dónde se consumaron los asesinatos, su instinto homicida se
habría despertado años más tarde y, sobre todo, el modus operandi de un
envenenador guarda muy remota relación con las sangrientas carnicerías
perpetradas por Jack el destripador.
John Pizer era un judío pobre que
trabajaba de zapatero y portaba habitualmente un delantal o mandil de cuero
cuando ejercía su oficio, y de ahí su apodo “Mandil de Cuero”. El 10 de
setiembre de 1888 fue arrestado y después de declarar se le exoneró de los cargos
atribuidos y puesto en libertad el 14 de septiembre de aquel año, tras
acreditarse que mientras se cometía el asesinato del 31 de agosto de 1888, él
se encontraba junto a un grupo de curiosos contemplando el gran incendio desatado
en Ratcliffe Highway, a varios kilómetros de distancia del escenario donde se
cometiera aquel crimen.
La posibilidad de que el Dr.
William Withey Gull fuera el asesino de Whitechapel está estrechamente ligada a
la denominada “Teoría de la conspiración monárquico-masónica”. El escritor Stephen Knight alegó que los
crímenes cometidos en el este de Londres fueron obra de un grupo de asesinos,
en el cual el papel de principal ejecutor se asignó al Dr. Gull. Su chófer,
John Charles Netley, lo conduciría en su carruaje privado secundándolo en las
tropelías, y un tercer participante (en apariencia el pintor Walter Richard
Sickert) también lo pudo haber ayudado. Pero, claro está, el auxilio mayor para
que el ejecutor saliera impune lo suministrarían altas autoridades del gobierno
monárquico y de la orden masónica, a la cual el doctor pertenecía. El galeno
habría sido contactado por jerarcas del gobierno británico para poner fin a la
amenaza de un chantaje contra la Corona que pretendían llevar a cabo alguno de
las prostitutas asesinadas. La excesiva crueldad de los homicidios, radicaría
en el desorden cerebral que afectaba al facultativo, que en 1887 sufrió un
ataque cardíaco que le produjo afasia, trastorno generador de estados de
alucinación. El trastorno que padecía transformó al respetable galeno en el
monstruo que la posteridad conocería como Jack el Destripador.
También la nobleza se vio
afectada por esta serie de crímenes. Uno de los principales sospechosos fue el
duque de Clarence, el príncipe Alberto Víctor, hijo del rey Eduardo VII y nieto
de la reina Victoria. Tenía 28 años en el momento de los crímenes, y murió poco
después de consumados esos crímenes en una clínica privada por enfermedad.
Según parece, el joven príncipe era un apasionado de la caza con todo su ritual
y crueldad, aunque nunca se le consideró como un hombre violento; además era un
asiduo visitante de los prostíbulos.
El pintor impresionista británico
Walter Richard Sickert fue un tardío nominado a la identidad de Jack el
Destripador. Al igual que ocurriera con el príncipe Alberto Víctor y con el Dr.
William Gull, su nombre empezó a destacarse en este caso criminal a partir de
la teoría de la conspiración monárquico masónica. La diferencia con los otros
dos personajes históricos antes mencionados reside en que, mientras el
aristócrata y el galeno nada hicieron para verse involucrados con la tétrica
figura del Destripador londinense, Walter Sickert, en cambio, vivió obsesionado
con este homicida múltiple. De tal extraña obsesión hay sobradas pruebas, pintó
lienzos como “Jack en tierra” y “El dormitorio de Jack el Destripador”. Otras
obras pictóricas que hoy día se exponen en la Galería Tate también serían reflejo
de las matanzas victorianas.
James Kenneth Stephen fue un
poeta y abogado inglés de familia aristocrática, que además trabajó como profesor
del nieto de la Reina Victoria, el Príncipe Alberto Víctor. Terminó sus días
recluido en un hospicio aquejado de desórdenes mentales. Se caracterizó por ser
en extremo misógino, y este rasgo visible en algunos de sus más violentos
poemas indujo a sus detractores a especular que pudo haber perpetrado los crímenes
de Whitechapel.
También fue sospechoso John
Williams, un prestigioso cirujano vinculado a la casa real británica, que en el
tiempo de los asesinatos victorianos trabajaba en la enfermería del Hospital de
Whitechapel. Se manejó que habría tratado por enfermedades venéreas a algunas
de las víctimas; el bisturí con que practicaba las mutilaciones es una reliquia
que actualmente se exhibe en el Museo de Gales. No quedan claros los motivos
que lo podrían haber inducido a emprender la masacre. Pero también se sospecha que
en realidad quien cometía los asesinatos era su mujer Elizabeth Williams, quien mutilaba a las
prostitutas movida por celos y envidia al ser ella infértil.
Pero el más serio sospechoso para
Scotland Yard, en época contemporánea a los crímenes, lo constituyó el
curandero y seudomédico estadounidense Francis Tumblety. En el año 1993 se
encontró una vieja carta que informaba que el sospechoso preferido estaba
mencionado en un expediente secreto de la Policía Metropolitana, donde se lo
designaba como “Dr. T”. Sin dudas se hacía allí referencia al aludido Francis
Tumblety, al cual se lo consideraba un sujeto afectado por una grave psicopatía
sexual (eufemismo para referirse a la homosexualidad en aquel entonces) y que
sentía un odio patológico por las mujeres. En aquella carta se relataba cómo
ese individuo cometió ofensas antinaturales en la vía pública, siendo arrestado
in fraganti el 7 de noviembre de 1888, aunque el reo logró salir de inmediato
libre bajo fianza. El 16 de noviembre de ese mismo año fue acusado formalmente
y compareció ante una corte británica. Cuatro días después se celebró una
audiencia tras la cual se pospuso el proceso hasta el 10 de diciembre. Pero
antes de llegar esa fecha, el encausado aprovechó su libertad condicional
huyendo de Inglaterra rumbo a Francia, utilizando el falso nombre de Frank
Townsend. Arribó a tierras galas el 24 de noviembre, y desde allí viajó a Nueva
York. Scotland Yard envió para capturar al prófugo a uno de sus más destacados
investigadores. Este detective iba secundado por otros dos inspectores y gozó
del apoyo logístico de la policía estadounidense. Sin embargo no pudo atrapar
al escurridizo Tumblety. No pudieron capturar al prófugo, y éste concluyó sus
días falleciendo en Missouri en el año 1903.
Se especuló que Scotland Yard no
habría enviado a sus agentes a otro continente para arrestar a un vulgar
ofensor contra la moral que había faltado a su palabra. Realizar un despliegue
espectacular sólo para castigar a un delincuente tan menor parece impensable. La
explicación sería que en realidad la policía trató desesperadamente de enmendar
el error de haber dejado escapar a aquél que las pruebas acusaban como el
asesino de las prostitutas de Whitechapel. Al menos así lo sostiene la
hipótesis que le asigna a este hombre la identidad del anónimo Jack el
destripador.
Los asesinatos del Destripador
marcaron una importante línea divisoria respecto al tratamiento de los crímenes
por parte de los periodistas. Aunque no fue el primer caso de un asesino en
serie, Jack el Destripador fue el primero en crear frenesí mundial en los
medios de comunicación. La naturaleza de los asesinatos y de las víctimas llamó
la atención sobre las pobres condiciones de vida en el East End, al mismo
tiempo causó como resultado que la opinión pública se manifestara en contra del
hacinamiento y la insalubridad en los barrios bajos. En las dos décadas
posteriores a los asesinatos, los peores aspectos de aquellos barrios fueron
eliminados o, en su caso, demolidos, aunque las calles y algunos edificios
sobrevivieron y la leyenda del Destripador es promovida por medio de un tour
por los sitios de los asesinatos.
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